Transformación eterna «2 años de maternar a mi ángel»

Hoy a igual que muchas mamás con sus hijos en la tierra celebró el segundo año de mi hijo, su segundo año de trascender. Como cualquier madre e incluso siendo madre con el corazón en la tierra preparo un homenaje en su nombre, donde celebró su vida, mi vida, la de su padre y hermana.

He aprendido que soy tan madre como cualquier otra, con los mismos miedos, los mismos aprendizajes, las mismas frustraciones y las mismas felicidades. Que este es un camino con subidas y bajadas, el cual he asumido, enfrentado y afrontado con la misma entrega y dedicación que lo he hecho con mí otra hija.

Ser madre con el corazón en el cielo es una maternidad tan diferente y tan igual a cualquier otra, de la cual, después de dos años puedo decir que: el vacío sigue, pero se ha podido llenar con obras en su honor; que el ¿por qué? Que me atormentaba se ha convertido en un ¿para qué? Que me proyecta, que existen los primeros y únicos besos de amor eterno.

He aprendido a que hay lágrimas de amor y profunda admiración, que no perdí a mi hijo, solo está en donde debes estar, que así debía ser para hacerme más fuerte, para poder sentirlo en el viento, escucharlo en el silencio y ser su voz frente a la indiferencia.

Hoy después de dos años he logrado entender que no le podre enseñar las cosas como lo hago con su hermana, por el contrario aprendí que mi ejemplo de fortaleza será su mejor lección, que está en cada paso y eso me hace más fuerte, que es mi maestro de vida, por eso honró, admiro, hago y doy lo mejor para aprender de él y que esté orgulloso de mí.

He logrado encontrar más sentido a ser CompaT18le Con Mi Amor, como un estilo de vida, con un propósito de resiliencia, diversidad, inclusión, manejo emocional y apoyo. Él ha obrado en mí, en sus hermanos T18, en las madres, en toda una comunidad que ahora se llama CompaT18le Con Mi Amor.

Doy gracias a Dios, a la vida, a la naturaleza, por cada momento vivido cada historia y cada suceso, que hoy puedo decir que dieron soporte a lo que soy. Hechos buenos, otros no tan buenos y otros excelentes, que me han solidificado como familia, pareja, mujer y madre. 

Hijo a ti gracias, por cada alegría, cada bendición, cada espacio, suceso y emoción transformada y transformadora. Hoy entiendo que mi proyección de vida junto a ti se está dando, desde otro plano, donde la sensación de vacío se ha convertido en esperanza y fe con propósito. Hoy entiendo que es una lagrima de amor, un vacío de esperanza y una cicatriz de batallas ganadas.

Simón Díaz Ramírez, te ame desde que te deseamos, desde que te tuvimos, desde que naciste y trascendiste. Te amos y te amaré en mi transformación eterna, por que siempre supe y lo sentía en lo más profundo de mi ser, que eras y eres los más especial en nuestras vidas.